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El Discurso de mis Universos Ficcionales

Voy a decirles la verdad, hoy no iba a escribir sobre esto. Pero es lo lindo de escribir: a veces, mientras estás enfocado en una cosa, te asalta un pensamiento que te pide por favor que lo escribas. Bueno, no sé si le pasa a todo el mundo, para mí es así. 

Ahí también está la belleza de la creatividad y la capacidad de imaginar y crear cosas, ¿no? Incontables posibilidades sin reglas escritas. Supongo que por eso también hay tantos escritores que escriben acerca de escribir.

En esta vuelta voy a hacer algo parecido; no voy a escribir acerca de escribir en general, sino acerca de escribir algo en particular: mis universos ficcionales (como se puede ver en el título, claramente). 

En realidad lo que quiero hacer es dejar asentado y estandarizado, aunque sea levemente, el conjunto de reglas que uso para desarrollar el discurso de mis universos ficcionales.

¿Algo así como una guía de estilo? Puede ser que ése sea el concepto que estoy persiguiendo. Le pongo un pin, me interesa la idea de hacer una guía de estilo.

Sí, es medio contradictorio, porque hace tres líneas atrás dije algo acerca de “incontables posibilidades sin reglas escritas”.

Voy a no enfocarme justamente en esa suerte de contradicción, porque si le doy vueltas no voy a poder concentrarme en lo que quiero hacer ahora. Le pongo un pin a esto también, y revisito el concepto al final, cuando tenga más en claro o más resuelto esto que me da vuelta en la cabeza.

Bueno, ¿y qué es esto del “discurso”?

No sé si ése es el título más acertado. Supongo que tengo el concepto de “discurso” más a flor de piel, porque es algo que está relacionado con la semiótica y lo que estudié en mi carrera de grado.

Pero es fácil de explicar: el discurso de mis universos ficcionales es cómo “habla” cada uno de ellos. Es, digamos, la voz que uso como narrador. Los trucos y tretas de redacción que empleo. A veces me doy cuenta que uso mucho un recurso, o una palabra, o una forma de expresarme.

Por ejemplo, mi hermano me supo decir una vez que le afloje a las palabras rebuscadas y rimbombantes. Como “rimbombante”, que a su vez suena rimbombante. 

Nota: amo las palabras que suenan exactamente al concepto que evocan. Como rimbombante es una palabra rimbombante, y sensual es una palabra sensual.

Volviendo al tema, es cierto, me gusta usar palabras difíciles. Intento no hacerlo, pero la razón por la que hago esto es que me resulta muy, muy divertido emplear palabras fuera de lo común. Si se darán cuenta, cada tanto deslizo alguna que otra palabra rara entre los renglones.

Otra cosa que supieron decirme es que uso demasiado dos términos: bastión y ruina. De nuevo, si no la ven demasiado seguido en mis textos, es porque hago un esfuerzo descomunal por evitarlas.

¿Y los universos ficcionales?

Bien, hay que hacer una distinción entre cómo escribo cada libro y cómo desarrollo el contenido en general de los universos ficcionales.

Hoy no estoy pensando en lo primero. Lo que me trajo hasta acá para vomitar este torrente de palabras es que me di cuenta que para cada universo ficcional, explico las cosas de manera distinta.

Me explayo.

Para Heraldo de los Ancestros siempre utilicé una forma de contar los hechos incierta, basada en creencias distintas. En parte porque el mundo en HdLA es mucho más grande y tengo en mente muchísimas civilizaciones distintas. En un lugar creen que Dios existe, y en otro lugar creen que hay múltiples dioses. Tal y como la vida misma.

Mientras que NeuroBar se funda más en la certeza y la crudeza de la realidad. Y al mismo tiempo, se basa en la construcción de ese concepto de realidad.

Ambos libros tienen su toque constructivista, pero desde dos enfoques distintos.

En HdlA uso mucho la expresión “se cree que” en mis notas e incluso en los artículos que supe publicar cuando tenía mi blog viejo y mi página de Patreon. Hasta hice videos en Youtube acerca del trasfondo, y también está la buena y confiable “se cree que”.

¿Y qué se logra con esto?

Se logra un alejamiento del concepto que estoy explicando. Ya no soy yo explicandole a nadie de qué se trata tal o cual cosa, sino que estoy exponiendo un punto de vista acerca de una temática en particular.

“Para los Magos, la magia es…”

“Para los Hechiceros, la magia es…”

“Para los habitantes de Härsaggon…” 

También me ayuda a no comprometerme con ninguna certeza, ni explicar nada como si estuviera escrito en piedra.

La filosofía, la sociología, la epistemología, son disciplinas plásticas y moldeables, que cambian con el correr de los años. La forma de percibir el mundo por parte de la humanidad no es siempre igual. 

Cada forma de ver la realidad depende de dónde y cuándo hayas vivido.

Al menos esa es la intencionalidad de la construcción del universo ficcional de Heraldo de los Ancestros.

Y de hecho, el relato propio de los libros está marcado por muchos momentos de “¿recuerdas que creíamos que esto era así? Bueno, resulta que no, que era así”. Un Dios que no es un Dios, un héroe que no es un héroe, un villano que no es un villano. Son lo que son dependiendo del punto de vista.

¿Y NeuroBar?

Como dije, NeuroBar está más enfocado en la crudeza de la realidad. Es un discurso parecido, pero más visceral. Supongo que eso se logra porque está ambientado en un futuro próximo y no en un mundo épico-medieval como HdlA. 

Además, está bendecido con la magia del relato policial y crime fiction, que busca la verdad y persigue la resolución de un crimen, busca cerrar un caso.

Lo que tiene es que cada personaje tiene su propia percepción de qué es verdad y qué es lo correcto. 

NeuroBar está mucho más pigmentado de grises que HdLA. En NeuroBar no hay blancos ni negros, sólo grises en el medio. Es más difícil tomar bandos en NeuroBar que en HdlA.

En Heraldo de los Ancestros es más evidente que está el bando de la Luz, y el bando de la Oscuridad. Pero la belleza del relato es que los protagonistas no pertenecen a ninguno, entonces ya no es una historia que gira en torno a una batalla entre el bien y el mal (un tropo super común en la fantasía épica).

Ambas son historias de cómo sobrevivir a una realidad que se desmorona. No sé si esto es por un miedo latente mío, o si es cómo veo yo el mundo que me rodea. Interesante, nunca lo había pensado. Otro pin para poner.

Para cerrar

Ahora ya saben, si es que no sabían. Cuando vean algo de HdlA ya pueden anticipar que se está narrando desde uno de los infinitos puntos de vista que existen en su universo ficcional.

Y cuando lean algo de NeuroBar, van a ver en su discurso recursos como “este personaje piensa así porque [breve explicación]”. 

En ambas historias, nada es lo que parece, pero, a lo mejor, lo más obvio simplemente está buscando ser así, sencillamente obvio.

Lo lindo es que cada lector es libre de creer lo que quiera y es probable que tenga razón.

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