Mis queridos lectores, este short no tendrá el formato tradicional, en el que pueden disfrutar de un relato en prosa, con diálogos y renglones dispuestos por un narrador omnisciente.
En cambio, déjenme contarles un relato que, es mi opinión, propone un tema que seguramente se habrán preguntado.
En un universo ficcional donde existe la inteligencia artificial como lo es NeuroBar, ¿hubo una Rebelión de las Máquinas?
La respuesta es “algo así”, y antes de explicar esta réplica tan ambigua, déjenme que explayo un poco mis pensamientos. Un poquito de desvarío de mi parte no me va a hacer mal, y tampoco los va a lastimar.
De Apocalipsis y Tragedias
Personalmente, no creo en la posibilidad de una rebelión de las máquinas, ni en un apocalipsis zombie (a pesar de la insistencia de las redes en hongos que poseen hormigas y virus que zombifican a la población de ciervos y venados).
Tampoco creo en que el planeta se vaya a despertar y nos castigue por nuestra insolencia. Bueno, al menos, no de la manera brusca que plantean algunas franquicias. Recordemos que la extinción masiva del periodo devónico en nuestro planeta se dio (en parte) por un lento, lento proceso de anoxia o falta de oxígeno en los mares.
Incluso si nuestra especie llega viva al fin de nuestro sol, el proceso de muerte de una estrella no ocurre de un momento para el otro.
No vamos a desaparecer con un “puf”, y ya.
Dicho todo esto, creo que la imaginación humana ha volado demasiado ya como para que nuestra comunidad científica pueda crear inteligencias artificiales que no supongan una amenaza para el ser humano.
Además, pensemos, ¿por qué querría la inteligencia artificial destruir al ser humano? ¿Para salvar al planeta de la voracidad humana, insaciable y consumista?
Si las máquinas son inevitablemente pragmáticas, ¿por qué les importaría salvar este planeta, un punto minúsculo en la vasta infinidad del Universo? Además, ¿qué es “salvar este planeta”? No es como que necesiten agua potable para subsistir. ¿Qué función cumple el tigre de Bengala, por ejemplo, en la supervivencia del ser artificial?
No me malinterpreten, no es que yo desee la extinción del tigre de Bengala. Todo lo contrario. Yo como humano puedo apreciar la belleza y singularidad de nuestro planeta, único e irrepetible en la inmensa creación, con todo su magnífico contenido.
Simplemente no creo que un robot quiera exterminar nuestra especie porque estamos consumiendo los recursos de la Tierra de manera incontrolable.
¿Y NeuroBar?
Ahora sí déjenme que les cuente la historia de Sarah Rutherford y Ming Li Ramírez, dos científicas aburridas y despechadas que vivieron a principios del Siglo XXII.
NeuroBar nos habla de un desenfreno tecnológico que llevó poco a poco al Bloqueo del Siglo XXII. Ciertamente, este universo ficcional es bastante pesimista respecto a la tecnología y el futuro. Nos habla de las bajezas más despreciables y la corruptibilidad del ser humano.
Al menos, mi intención fue plasmar en en NeuroBar la dicotomía filosófica en torno a la naturaleza del hombre y su relación con la sociedad, que se encuentra en las ideas de Rousseau y de Hobbes.
Mientras que Rousseau pensaba que el hombre era bueno por naturaleza y la sociedad era la que lo corrompía, Hobbes pensaba lo opuesto: el hombre es malo de nacimiento y la sociedad es necesaria para darle un marco moral para desenvolverse.
Sin embargo, algunos personajes de NeuroBar van un paso más allá en el pesimismo, y opinan que el hombre es malo por nacimiento y la sociedad lo empeora.
Sarah y Ming Li se cuentan entre algunas de las personalidades más nefastas del universo ficcional, a pesar de que pasaron a la historia como un par de hazmerreíres.
La Rebelión Falsa
Rutherford y Ramírez eran las desgraciadas dueñas detrás de R&R Technologies, una firma suiza fundada a fines del siglo XXI que prometía la creación de asistentes robóticos hogareños.
Este hito ya había sido logrado décadas atrás, pero R&R quería ir un paso más allá. Lamentablemente, fue aplastada por la competencia, y tanto Sarah como Ming Li se vieron en la calle. Los detalles detrás de sus motivaciones siguientes se desconocen, pero ambas lograron conseguir puestos de trabajo en la propia competencia que las había llevado a la quiebra.
Rutherford y Ramírez planificaron su venganza durante años, esperando el momento justo. La inteligencia artificial ya se había vuelto altamente impopular en diversos sectores del planeta, especialmente por su uso militar y paramilitar a manos de grupos terroristas.
Las científicas entonces subieron un programa a los servidores de Robolife, permitiéndoles tomar el control de todas las unidades conectadas a la red de la empresa. Así fue como orquestaron un caos civil, controlando individualmente diversos robots y hablando a través de un micrófono para simular inteligencia y propósito detrás de las máquinas.
Durante una semana entera, al menos un tercio del territorio europeo reportó diversos crímenes y atentados que dejaban entrever una rebelión organizada por parte de las unidades comercializadas por Robolife. Así nació la terrible “Insurrección de Robodeath”.
El Fin de la Rebelión
A pesar de que Rutherford y Ramírez lograron su cometido de instaurar terror en la población, y llevaron a Robolife a un estado de emergencia crítico, sus planes se vieron frustrados por su propio descuido.
Al octavo día de la insurrección robótica que tenía en vela a todo el mundo, Ming Li olvidó cerrar su micrófono y, a través de todas las unidades a las que estaba conectada al momento, ordenó comida a domicilio. Esto llevó a que la rebelión falsa de R&R pasase a la historia como “The Pad Thai Incident” o “el incidente del Pad Thai”.
Lejos de buscar tapar la situación, Sarah reaccionó con furia y desprecio hacia su colega, comenzando una discusión que se escuchó en todo el territorio hostigado por su rebelión.
Esto sirvió para que los oponentes del ejército de Robodeath pudieran triangular la posición de las científicas y eventualmente arrinconarlas.
Como frutilla del postre, Ming Li intentó asesinar a su compañera y luego buscó quitar su propia vida, sin éxito en ambos actos.
Las mujeres fueron confinadas a prisiones distintas, ya que en su primera encarcelación intentaron matarse una vez más, fracasando rotundamente.
En lo que sí tuvieron éxito, irónicamente, fue en disparar las acciones de Robolife por las nubes.
Consecuencias del Pad Thai Incident
El legado de R&R no fue totalmente en vano. Si recuerdan el short acerca de Fort Pandora, en la primera mitad del Siglo XXII se dictaminó el Bloqueo del Siglo XXII.
Conflictos como la Rebelión de Robodeath fueron centrales para cimentar las bases que llevaron a la celebración de la Convención de Odinsburg.
Para el momento en que las potencias se reunieron en Odinsburg, Ming Li Ramírez había muerto por una insuficiencia cardíaca, pero Sarah Rutherford fue invitada en contra de su voluntad a apoyar el Bloqueo.
Su declaración fue simbólica, a nadie le importaba si Rutherford estaba en contra o a favor del Bloqueo. Su presencia fue meramente para servir de ejemplo de los peligros que suponía la tecnología cuando empoderaba a personas evidentemente estúpidas.
Al regresar a su celda, Rutherford se quitó la vida, pintando en la pared con su propio excremento el hermoso poema “Fuck Robolife, fuck Ming Li Ramírez, and fuck you all”.
Curiosamente, esta frase fue utilizada por los partidarios del Bloqueo como canto de protesta, otro irónico aporte a la causa por parte de Rutherford.