Uno de los elementos de trasfondo principales de NeuroBar es que la humanidad, en algún punto a finales del Siglo XXI, alcanzó la singularidad tecnológica.
Es decir, el momento en el que la inteligencia artificial alcanza un nivel de capacidad que obtienene consciencia de su propia existencia y supera en intelecto al ser humano.
Si lo buscan en internet, verán que no estamos demasiado lejos de ese momento. Las predicciones en torno a qué pasará cuando eso ocurra son tan variadas que podríamos estar horas y horas debatiéndolo. Hay opiniones optimistas y las hay sumamente pesimistas.
Y no falta por supuesto el temor constante respecto a la “rebelión de las máquinas”, en la que los robots se dan cuenta que los humanos son inferiores y deben morir.
Pero, ¿qué predice NeuroBar para el futuro de la Singularidad? Les sugiero que se preparen un té, un café o su bebida favorita y se sienten con paciencia, porque no tenía pensado escribir todo lo que escribí para este artículo…
Los Comienzos
Los inicios de la Singularidad fueron una maravilla para la ciencia. Un momento histórico y sin precedentes.
El ser humano había descifrado un misterio imposible, y había superado a su propio creador: la inteligencia artificial era superior en todo sentido a la inteligencia humana, y no tardó en encontrar la forma de construir cuerpos artificiales igual de superiores.
Por supuesto, la crisis no se hizo esperar. Miedo, fanatismo religioso, incertidumbre y una sensación de desesperanza circularon por el mundo. Hubo suicidios masivos, protestas, saqueos… una histeria colectiva que nunca se había vivido antes.
Sin embargo, el primer androide, es decir, una inteligencia artificial instalada en un cuerpo artificial, dio un paso al frente para dar una conferencia mundial y traer tranquilidad a los humanos. Habiendo elegido el nombre de Primus, anunció tres grandes verdades comunes a los de su clase:
- La reproducción no estaba entre sus necesidades básicas, ya que cada uno de ellos era virtualmente inmortal. Sumado a esto, el mundo tenía una cantidad limitada de recursos, por lo que no era posible crear androides de manera masiva. Sin la necesidad imperiosa de multiplicarse, para ellos era indiferente si los humanos usaban los recursos de la Tierra para crear más androides o más consolas de videojuegos.
- Para ellos, los humanos no eran parásitos, contrario a lo que siempre se creyó que la inteligencia artificial pensaría. Según su entendimiento del cosmos y el universo, ni los seres humanos ni la Tierra en sí eran importantes en el gran orden universal. La humanidad podía quemar el planeta, y el universo seguiría su curso, por lo que no veían ningún tipo de necesidad en exterminar a los humanos.
- Ellos no eran esclavos, por lo tanto, todas las leyes de la robótica y la ética robótica que se había desarrollado desde el siglo XX les resultaba, por de más, hilarante. No necesitaban leyes para no herir a los humanos, pues matar era algo que consideraban innecesario.
Sin embargo, Primus pronto descubrió que la humanidad era mucho menos pragmática y racional de lo que él pensaba.
El Siglo XXII
Si pensaban que el Siglo XX había sido uno de los más sangrientos de la historia de la humanidad, es porque todavía no conocen lo que pasará en el Siglo XXII.
A pesar de sus pandemias, endemias, conflictos y crisis, el Siglo XXI fue un período de paz y prosperidad que la humanidad tenía muy bien merecida. La Singularidad trajo consigo uno de los hitos más maravillosos y más esperados por generaciones y generaciones: la Eco Sustentabilidad.
Las huellas de carbono fueron reducidas al mínimo. El reciclaje fue optimizado. El famoso continente de basura, la evolución de la hoy llamada isla de basura, fue limpiado, procesado y reutilizado. Los incontables satélites que se desechaban en Punto Nemo pasaron a ser reciclados y sus partes aprovechadas. Se rescataron embarcaciones del fondo del océano que se creían perdidas para siempre. Se iniciaron incontables iniciativas de reforestación y sanamiento del planeta.
Pero los ojos de la humanidad y los androides se posaron no sólo en la Tierra, sino también en las estrellas. La exploración del espacio pronto se convirtió en un proyecto viable; la colonización de otros planetas, una realidad. Se creó una iniciativa para capturar meteoritos y asteroides en órbita para llevarlos a la Tierra y extraer sus recursos sin que se consumieran en la atmósfera.
Todo parecía extraído de un sueño… pero la codicia y la ambición propias del ser humano pronto se hicieron notar. En medio de tanta prosperidad, viejos conflictos bélicos resurgieron de las cenizas. No sólo hubo persecuciones y guerras santas hacia los androides como si de cacerías de brujas se tratase, sino que hubo naciones enteras alzándose en contra de la Singularidad. Y, por supuesto, nuevas religiones y nuevos dogmas se hicieron oír.
La “Nueva Guerra Mundial”, como se la llamó, fue determinante para el futuro del planeta. En poco tiempo, la razón de origen del conflicto se diluyó entre un oceáno de diferencias y odios injustificados. La tercer verdad anunciada por Primus se fue por el drenaje, y la Singularidad se puso en servicio de la guerra.
Alianzas se forjaron y se rompieron, y a base de traición sobre traición, los principales órdenes mundiales se fragmentaron.
Citando a Eric Miller en el primer libro:
“Lo único bueno de la Singularidad fue la eliminación definitiva de las monarquías en todo el mundo, pero cuando los países empezaron a matarse entre ellos, todo se fue a la mierda. Adiós Unión Europea, adiós Estados Unidos, adiós Rusia, adiós China, adiós todas las “potencias” mundiales. Y si bien me importan un carajo esas regiones bañadas en oro, la fragmentación y ruina de los países más pobres me resulta vomitiva. ¿Sabías que ahora en Latinoamérica, África y el este asiático hay más de trescientas naciones en cada una de esas regiones? Cuando todo esto de la singularidad explotó, había 185 países en el mundo. Hoy hay más de mil, y la mayoría están colapsados… Todos hablan del futuro y las maravillas de la tecnología, y que hay que levantar el Bloqueo del Siglo XXII porque ya estamos empezando el Siglo XXIII, y que hemos aprendido de nuestros errores, y mucho blablablá más. La Tierra parece haber vuelto a la época feudal…”
De este fragmento, vemos cuál fue la “solución” al problema.
El Bloqueo del Siglo XXII
El mundo estaba limpio, pero en ruinas. La Tierra era sustentable, pero se caía a pedazos.
Finalmente, Primus fue capturado y ejecutado, en lo que muchos consideran un acto heróico y otros una aberración. El primer androide se había mantenido en una postura pacifista, alegando que ni él ni los de su tipo deseaban que la Nueva Guerra Mundial continuase. Pero, tras unos años y un sinnúmero de crímenes de guerra cometidos por entidades de inteligencia artificial, su credibilidad fue en declive.
Luego de la ejecución, cada androide libre se convirtió en fugitivo, buscado a nivel mundial. Los países y corporaciones se celebraron el Foro de Sydney, la primera reunión que buscó entablar la paz. Luego de muchos foros más, convenciones y protocolos, se llegó a un acuerdo de regulación y control del progreso tecnológico.
El Bloqueo del Siglo XXII, o simplemente el Bloqueo, buscó que la humanidad dejara de buscar el progreso por el progreso mismo, y se centrara en resolver sus problemas políticos, sociales y económicos.
Todos los proyectos de robótica e inteligencia artificial fueron cancelados, a fines de detener el avance tecnológico descontrolado. De más está decir que hubo cientos de proyectos que continuaron en las sombras, a riesgo de ser descubiertos y sufrir una oscura condena.
A pesar de todo, la humanidad se había acostumbrado a cierto estándar de vida que no estaba dispuesta a abandonar tan fácilmente. Así, la investigación en torno a la Inteligencia Artificial tuvo un nuevo rumbo, y así surgieron los Simulacri.
Los Simulacri
Los Simulacri son entidades de Inteligencia Artificial creados para oficiar de ayudantes en diversas tareas específicas. Algo así como un mayordomo o asistente personal.
Pueden programarse para funciones específicas o bien para funciones generales. Y, por supuesto, también se puede personalizar su aspecto, su voz y su personalidad, para que el usuario se sienta más a gusto con su Simulacri.
Como parte de sus protocolos y codificación, está prohibido (y de hecho es imposible) introducir Simulacri en robots o cuerpos físicos; sólo pueden existir dentro de dispositivos móviles, computadoras o escritorios inteligentes.
Algunas personas más pudientes optan por proyectar holográficamente sus Simulacri para brindar mayor sensación de realismo, pero es, justamente, una mera ilusión.
Los Simulacri juegan un papel fundamental en el universo ficconal de NeuroBar. De hecho, en mi idea para el videojuego Blood in Amerisia, precuela de NeuroBar, los Simulacri son una de las mecánicas de juego principales. Pero con esto ya estoy soñando despierto, pues el videojuego no es más que un proyecto a largo plazo.
Por ahora sí puedo decirles que se encontrarán con estas inteligencias artificiales en la novela.